Cuando la monina va a hacer la compra a La fucha disfruta como la enana que es, porque sus dueñas dejan que revuelva, desordene y pruebe toda la tienda; y todo con una sonrisa en la cara, son geniales. Otro homenaje y un GRACIAS enorme porque la cara de algunos dependientes cuando ven entrar a un ser humano de corta edad en las tiendas es todo un poema...no voy a dar el nombre de la tienda pero hace unos meses entramos en una tienda monísima cuya dependienta habrá tenido que tomar un relajante muscular después de nuestra visita.
PD:Y que conste que la minimonina es una niña muy tranquila, no es un niño-demonio de tasmania de esos que se ven por la calle.
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